LA HUÍDA A EGIPTO
Cuando Jesús nació en Belén, Magos vinieron del Oriente a adorarle. El Rey Herodes oyó de ello y fue turbado, sin duda temiendo que su trono estuviese en peligro a causa del nacimiento de alguien que se pensara fuese el Mesías. Herodes dijo a los Magos que fuesen y averiguasen, y que le dejasen saber donde hallar al bebé. Herodes dijo a los magos que él quería ir y adorar a Jesús. Pero su intención verdadera era hacer mal al bebé, ya que lo consideraba una amenaza para su reino.
Una vez partieron los Magos en su viaje de vuelta, José se quedó dormido mientras repasaba las maravillas de aquel día: los Magos, su espléndido cortejo real, el brillo oriental de sus vestidos, la adoración que los pueblos de la tierra habían tributado a los pies del recién nacido. Un ángel del Señor se apareció a José, tocó su hombro, y dijo:
“Levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te avise; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto” (Mateo 2:13-14).
Es de noche. Dos caravanas se deslizan entre las sombras de las afueras de Belén. En direcciones distintas. En huida. Una es la de los Magos que, avisados por Dios, regresan a su país por otro camino sin volver a Herodes. La otra, la de la humilde familia nazarena. Se van también, huyendo. Hacia Ascalón, ciudad situada a orillas del mar. Cuando comienza a salir el sol, ya llevan varias horas de marcha. El tránsito de la expedición dibuja una estampa conmovedora: un niño inocente abrigado en el brazo caliente y maternal de una Niña Virgen; y José, erguido su cuerpo a pesar del cansancio y de la tremenda responsabilidad que angustia su alma, sabedor del motivo del viaje. El Niño y María dependen de él. Después vendrán Hebrón, Tanis y el Nilo, hasta llegar a El Cairo.
Es la referencia bíblica, que en este declarado Año de la Fe, el Grupo Belenista de la Hermandad de la Candelaria ha querido representar. Una lección de evangelización que la Sagrada Familia nos ofrece, la obediencia ciega de José, sin vacilación, estricta y rápida, en la palabra de Dios, pues en Ella encontraremos la Salvación.
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